jueves, 25 de noviembre de 2010

Re evolución


Jay-Z. El rapero, el negrata, el único con permiso de acceso a compartir almohada con Beyoncé, el yonki que se subvencionaba la leche, el pan y las botellas de Jack Daniels vendiendo crack en Brooklyn es el personaje elegido por El País Semanal el pasado domingo para hilar en una entrevista un reportaje amplio sobre la figura del que, posiblemente junto a 50 Cent, Kanye West y Lil' Wayne, haya sido uno de los raperos más importantes de los que llevamos en el nuevo milenio. Pura evolución del género. Y de las formas de hacer pasta.

¿Qué es primero? ¿El huevo o la gallina? ¿Dios o el demonio? ¿El concepto gangsta o la aceptación popular? ¿La chulería mediática o los pollos a 50 U$S debajo del puente de Brooklyn? Probablemente poco importe cuando te has convertido en uno de los artistas mas influyentes del globo terráqueo, te has expandido a otros géneros, has sido el primer rapero en encabezar el Woodstock actual (Glastonbury), has creado una maquinaria de amor, felicidad, envidia y billetes junto a Beyoncé Knowles y has firmado hits que son puras gemas para el imaginario colectivo como 99 Problems. El País Semanal afirma lo que aquí se escribe, catalogándolo incluso con el rótulo de "el mejor rapero de la historia" (quizás se olviden de 2pac o Snoop Dogg) y acercando su imperio monetario al de, incluso, Warren Buffet (su foto junto al magnate en Forbes amerita la comparación, todo sea dicho). El suplemento de El País se deshace en halagos y le mola dar cuenta de cómo el sueño americano se cumple. Incluso para los camellos negros sin aparente salida.

Autocatalogado como superviviente, entero a pedazos y bastante más en forma que hace unos años, cuando el éxito parecía insostenible, Jay-Z se comporta como lo que es: uno de los tótems musicales más importante de nuestros días no sólo por sus composiciones, sino por el sitio y las licencias que se permite con Obama, Clinton o el mismo Buffet, por tener el sello de rap más importante del mundo, por haberse hecho amigo de sus enemigos y, claro, por vender más discos que churros el día 1 de enero. Lo bueno de todo esto no es lo grande que se ha hecho Jay siendo un mierda hace tres lustros, sino la manera que ha tenido de captar la esencia de la música actual, sin adoptar los cánones típicos, animándose a versionar a Radiohead, mofarse de Oasis en directo o aceptar que un género como el hip hop, del que él es el auténtico líder, está prácticamente acabado o, cuanto menos, agotado.

La evolución de la rebelión contracultural en los tiempos que corren está baja en calorías. Jay-Z ayuda a engordar la utopía del joven rico que no tiene tristeza, pero sí tiene un par de ideas y varios ases en la manga. Nunca te fíes de un camello. Bueno, de éste sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario