Sí, tú mismo. No mires a los lados, te señalo a ti…
Esta fotografía publicada en el diario digital SUR.es hace resonar en mi cabeza una pregunta que escuché hoy en el informativo: ¿Estaremos en el despegue de África?
La justificación a tal cuestionamiento, según el reportaje del informativo, se debía a que en África había menos guerras y dictaduras que antes, jóvenes más preparados, personas con ganas y necesidad de trabajar, recursos, tierras… Todo ello puede resultar paradójico cuando observas atentamente esta imagen. ¿En qué piensas? Puede que sea cierto y África está a punto de despegar, puede que África necesite una mirada optimista, pero… Mira la foto. No podemos olvidar realidades más latentes aún: hambre, enfermedades, desnutrición, analfabetismo, guerra, miseria, olvido, olvido, olvido… Mira la foto. Un graffiti en un muro del primer mundo es suficiente para callar nuestras conciencias. Para algo tenía que servir el arte urbano, ¿no?
La imagen denotativa es la de un niño negro, de cabeza grande y piel brillosa por el sol y el sudor, un sol intenso que suponemos por la intensidad de la luz que ilumina el lado derecho del plano, ojos redondos, rostro triste y vestido con sencillez. El niño señala con su mano derecha. Los colores son ocres y escasos. La imagen es bastante simétrica y ocupa la totalidad del espacio. Se trata de un primer plano y el punto central coincide con la punta del dedo del niño. Da sensación de profundidad.
La imagen connotativa nos revela sin lugar a dudas que el niño es africano, lo sabemos por su cara de tristeza, por el brillo del sol abrazador en su frente, por la cabeza grande (signo de desnutrición), por la falta de sonrisa. Los colores son los de la tierra, y es que cuando pensamos en África pensamos en tierra, lodo, suciedad. Su ropa es pobre y su mirada triste. La imagen evidencia una denuncia: el niño nos mira fijamente y nos señala con el dedo. ¿Será que tiene hambre? ¿Será que está enfermo? ¿Tendrá miedo de algo? Nos pide ayuda, nos reclama atención.
Me gusta el verde de su ropa. Tradicionalmente decimos que el verde es el color de la esperanza. Sus ropas son de un verde pálido como la palidez de nuestras conciencias. Nos mira. Nos señala. Nos espera.
Este niño es más que una pintura en un muro. Y no es sólo uno, son millones. Y no es únicamente negro, ni sus ojos son siempre redondos… Sigamos mirando hacia África con optimismo, como hoy en el informativo, pero seamos consientes, el despegue de África depende también de nosotros. Aún queda mucho por hacer.